Priscila Vergara


La vida interior es el motor que mueve la creación. Buscar las ranuras por las cuales se fugan las vivencias íntimas es, al menos en mi caso, la mejor manera de experimentar esa búsqueda del “yo”. Mi trabajo es intuitivo y emocional. Entiendo a la mirada como un mecanismo para exprimir la sensibilidad y comprender lo que sucede alrededor. Me gusta que los colores salgan a la superficie, que surjan desde el interior del cuadro y sus fibras. Creo en la sensualidad táctil de lo accidental y cuando el resultado se parece a un momento contenido de la respiración, es como si tuviera la capacidad de verme en lo que sucede, de mirarme deconstruida en un montón de sensaciones y emociones que se deshojan. El paso de los minutos entre una mancha y otra mancha trabajada a conciencia producen una noción de tiempo. Es justo ahí donde se crea y refleja un universo. Y así en cada lienzo, incluso dentro de cada lienzo, los universos se replican en su condición de infinito.

Me gusta pensar en el proceso creativo a modo de concecuencia. No me gusta planear. Como en cada uno de nuestros actos, sólo somos capaces de entenderlos cuando ya están consumados. Cuando pinto me descubro y develo partes mías. Me interesan el color, las texturas y la composición. La mía es una obra azarosa cromática y expresiva, que intenta reflejar la belleza efímera del pensamiento, evocando la vida en un instante contenida como si el tiempo fuera una caída en el presente. El diálogo es un universo personal. Habla del mundo que soy yo, en un instante: la noche, el pétalo, el remolino.

Nació en octubre de 1974, desde pequeña mostró interés por el arte en general, pero especial interés por las artes plásticas. Aunque economista de profesión por la Universidad Iberoamericana, se ha formado como artista plástica en los talleres de los maestros Marco Bustamante, en la ciudad de Oaxaca, y Gabriela Epstein en la ciudad de México. Ha complementado esta práctica con estudios en Filosofía e Historia del Arte en el Instituto Tecnológico Autónomo de México el Centro Cultural Helénico. Ambas líneas de conocimiento se fusionan y reflejan de alguna manera en su obra plástica, la cual no ha dejado de transitar por distintas etapas estéticas, siempre bajo el influjo de la abstracción y el expresionismo. A través de los recursos visuales, tales como el volumen y las atmósferas, pero sobre todo, el color y las texturas se deja entrever el sentir y la experimentación de nuevos materiales y técnicas que la conducen a una constante búsqueda e innovación en su obra, de ahí la riqueza de imágenes, formas, composiciones y propuestas en la exposición de su obra.

Ha participado en dos exposiciones colectivas en el Instituto Cultural Helénico , en Mayo y Diciembre del 2005, recientemente en el restaurante Piegari de San Angel y mantiene una exposición permanente en un reconocido Centro de Nutrición de la Cd. De México.

Ácidos 1 
25 x 35 cm.


 Ácidos 2 
25 x 35 cm.

 Caleidoscopio de sueños 
Díptico 40 x 130 cm. (2)


Fuego 
100 x 100 cm.


 Hilvanando Luz 
100 x 80 cm.


La Noche 
100 x 80 cm.


 Mi jardín azul 
100 x 120 cm.

 Pétalos de Tierra 
120 x 120 cm.

 Remolino 
100 x 100 cms.

 Sueños de aire 
100 x 80 cm.

 Tiempo lleno de tiempo 
120 x 160 cm.


Vuelo 
90 x 120 cm.